miércoles, 23 de enero de 2008

MICROENSAYO: ESTÉTICA

LA SOSPECHA ESTÉTICA

De: José Manuel Castro Cavero, Doctor en Teología y profesor del Centro Teológico de Las Palmas (CET).
Publicado en el suplemento CULTURA, nº 700 de La Provincia/ Diario DLP, jueves , 4 de julio de 2002, p. IV/40.


¿Se puede seguir justificando el argumento de que la barbarie germina de la ignorancia? ¿No será este argumento un lujo que los intelectuales sacan de sus mangas para disculpar sus traiciones? El dogma ilustrado, luego retranqueado por los izquierdismos travestidos de gauche al caviar, han predicado que la educación libera de los fantasmas, borra diferencias sociales, trae el cielo a la tierra. En contra de este ejército de salvadores malgrée lui, se halla la derechona, mutada en fascismos, la patria de los iletrados, comandados por aquel muerto viviente que fue Millán Astray, asesino de la inteligencia ante el gran sacerdote salmantino don Miguel de Unamuno.

La Historia, como manual de uso que recobra memoria allí donde queda traicionada, desmiente el famoso cantar de gesta de que con escuela pan y cebolla, como en las lunas de miel. Un ejemplo palmario fue el Holocausto, sucedido en e el siglo XX, dentro del corazón de Europa, en el país más desarrollado y con el más alto nivel de formación por entonces, en la Alemania de la monja Hrotsvita (s. X), san Alberto Magno, Meister Eckhart, Lutero, Bach, Kant, Goethe, Hegel, Schleiermacher, Hölderlin, Planck, Heisenberg, Einstein, Rosa Luxemburg, E. Nolde, W. Gropius, E. Stein, D. Bonhoeffer... En enero de 1942 quince jerarcas del III Reich se reunieron frente al lago en el barrio de Wansee, para diseñar el exterminio o solución final de los judíos europeos. De los reunidos, dos terceras partes contaban con títulos universitarios....la inteligencia puesta al servicio de liquidar a 11 millones de judíos que poblaban Europa. La conciencia no fue la última barricada que resistió tal barbarie. Las actas de aquella conferencia de Wansee se conservan en un legajo del ministerio de asuntos exteriores descubierto en 1947. La cultura, en este y en otros casos, fue comadrona de la aniquilación, se puso al servicio del verdugo. No fueron los últimos intelectuales al servicio de la barbarie, ...y los colaboracionistas franceses (Celine, Brasillach, Drieu de la Rochelle....), los viajeros a la URSS y a Cuba como paraísos perdidos donde no se oían los lamentos desde los Gulags y el corredor de la muerte que era (es) todo el país. Wansee quebró el dogma ilustrado y no queremos creerlo.

Dos cuestiones, entre otras muchas, me sugiere este problema. ¿Podemos hacer poesía y rezar después de Ruanda?. De un lado cómo hacer frente a la barbarie desde la cultura. Por otro, si existe algo parecido a la cultura después de la barbarie. Ambas cuestiones permanecen abiertas desde siempre aunque han recobrado fuerza en el siglo XX. No, los cultos no son los que nos salvan a todos, y mucho menos a las víctimas. Los cultos sólo saben salvarse a sí mismos. Para qué dar nombres. Piense cada lector en su letanía, en las traiciones de los intelectuales para decirlo con el francés J. Benda. ¿Quién salva a la víctima de las garras del verdugo? La salvación de la víctima la trae quien sabe de la sabiduría y en ella se compromete, quien es oyente de lamentos a distancias infinitas. La ética por sí misma es una diosa pequeña que no enamora lo suficiente como para abandonarla por otra más joven, atractiva y divertida. La cultura entendida como sabiduría es un camino agónico por el que nos hacemos cargo de la realidad: compasión (el otro)-praxis (acción)-contemplación (transcendencia). Un camino que me hace insoportable ser feliz si todavía queda una insignificante injusticia en el mundo. Picasso y Dalí, ahogados de producción y mercado frente a van Gogh, el inútil vendedor de su propio arte. La cultura traducida en dinero. ¿Quién desearía para sí la vida errante de van Gogh? Desde que la cultura es cosa de ricos, y está en manos de las instituciones y casas de subastas, no puede salvar.... porque, entonces, la cultura se entiende como tener y justamente su trascendencia queda arrancada de cuajo. La cultura es ser, una manera de ser que despliegue el núcleo humano que nos constituye en humanidad. Si la cultura no se hace sabiduría se queda en nada, no resiste el abrazo de la barbarie, no salva a nadie. El litigio entre Ruskin y Whistler persiste cien años después de haberse iniciado.

Cuenta Almudena Grandes en una entrevista de A. San Agustín, que Buero Vallejo la noche del 23-F reunió a sus hijos, cogió un libro y les empezó a leer El golpe de Riego. ¡Un libro contra un atisbo de barbarie, una lectura para responder al sobresalto!. Es el primer movimiento, iluminar la situación y no quedarse quietos. ¡No se paran tanques ni ejércitos con libros!. A los libros se los quema, y después de ellos a las personas. Los libros no detienen a los bárbaros, inmediatamente; hay que esperar a costa de sufrimientos y alimentar la esperanza. Al final triunfa la sabiduría resguardada en el libro, queda la memoria, incapaz de redimir a las víctimas, pero recogiendo su el clamor, urgiendo su respeto y la obligación de no olvidarlas. Después del siglo XX, la cuestión que inquieta a la intelectualidad es por su objeto. ¿Para que sirve la cultura? ¿Recupera a las víctimas?. ¡En absoluto!. Las víctimas no venden, no dan placer, crean insatisfacción (joden). A los artistas ya no les importa resistir a la barbarie, redimir a las víctimas, caso de Picasso. ¿Qué decir de su Guernica? ¿Y de su relación-colección al mismo tiempo con Dora Maar? Entonces, todo está permitido, ¡pintemos y vendamos! ¡adoremos al Dólar! ¡Dalí, descubridor y emperador de una Nueva Era!.

Ante la barbarie la cultura sin sabiduría se queda con la boca abierta, como el grito plasmado por Munch. Sólo nos queda gritar, en la memoria. Sólo la memoria, y precisamente ahora, la rechazamos. No queremos recordar, quizá para disfrutar más, mejor y al instante. Este círculo es infernal. Si olvidamos para ser felices, nuestra felicidad se está edificando sobre la barbarie. Nada nos conmueve; tenemos cristalizada la sensibilidad. Hemos desembocado en la soledad y se nos hace insoportable su presencia. ¡Estamos condenados! ¡Necesitamos salvación!. El arte ha llegado a su fin, escribe Danto. Un final que permite una nueva edad. Entender el arte, a lo Warhol, Beuys, y cómo no, también tenemos que citar a Duchamp, el inspirador del arte de la novedad por la novedad, es decir, el urinario público. ¿Puede un libro, una palabra, un cuadro, una partitura...detener las balas, abrir corredores de la muerte, recuperar a las víctimas?. ¿y si la desconfianza se cierne sobre los intelectuales? (P. Johnson). El arte contemporáneo ha ido por delante de todas las artes, de la filosofía y de la teología, ha imaginado más que estas.. Estamos en el arte después del arte. En el arte contemporáneo se observa la amenaza consciente de lo doloroso. Todo es posible, es la divisa del arte después del fin del arte. La compulsión de la novedad. ¡Sin sabiduría vence la barbarie!. Catherine Millet, ebria de cultura hizo realidad su sueño, follarse a la víctima.



Referencias bibliográficas: Arthur DANTO, La transfiguración del lugar común, Paidós, Barcelona 2002 (or. 1981)
Art. de J.A. MARINA, “La industrialización de la cultura”, El Cultural 5-6-2002, p. 3
GOMBRICH, La historia del arte, Barcelona 1997.

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