miércoles, 6 de febrero de 2008

MICROENSAYO: AMOR

EL AMOR CON SABOR A QUÍMICA
(Por JOSÉ MANUEL CASTRO CAVERO. Publicado en el Canarias7 el martes 29 de agosto de 1995)


Tengo entendido que era el Nobel Severo Ochoa quien afirmaba que el amor es básicamente una cuestión de química. No es esta una afirmación que haya hecho época, pero sí al menos representa una concepción bastante extendida entre expertos que dominan estos temas.

Salvando las distancias entre don Severo y los vendedores de bebedizos, a mí me parece que eso de darle sabor a los deleites amorosos no es un invento de ahora. No es ocasión para recordar la panoplia de filtros eróticos transmitidos desde la antigüedad hasta nuestros días. Las ostras, las trufas... por uno de los ingredientes más apetecidos en las recetas orientales, como es el polvo de cuerno de rinoceronte, ésta especie está al borde de la extinción.

Desinhibidores, potenciadores, elixires, afrodisíacos deseados como tabla salvadora para los casos de frustración o de dominio. En esta dirección pretendo continuar las líneas que siguen. Todo para hacerse con el amor de una persona sin el concurso de las artes de la ética y de la estética. Nos resistimos a admitir, como en tantos otros campos de la vida, que la paciencia no es una pérdida de tiempo. Quizá si aplicamos esta fórmula a las relaciones interpersonales se nos muestre hasta dónde nos hemos contaminado por la precipitación del negocio. Con el término pelotazo a nadie se le escapa lo que queremos afirmar, que en el mínimo de tiempo y con el mínimo esfuerzo se ha conseguido una riqueza dineral sobradamente exagerada.

Pero lo que es factible en lo económico no lo es en lo amoroso, en la felicidad, en la razón, en la salud, por citar algunos estados existenciales. Si donde yo escribo amor hay quien entiende sexo a secas, ya de antemano quiero precaverlo de tal dislate. Lo que se dice sexo, es fácil de conseguir, basta proponérselo y pagar. Los favores sexuales van por caminos diferentes a la entrega amorosa. De llamarle amor cuando lo que se busca despiadadamente es el sexo arranca una de las confusiones más endiabladas que pagamos los humanos con la falta de respeto, con el abuso, con la violencia. El juego de la caza o de la pesca con seres humanos de por medio siempre es denigrante, tanto para el cazado como para el que se cobra la pieza.

El amor comienza por ser cosa de uno a sí mismo, pero no se queda en eso, busca realizarse en el sentirse amado por otras personas. La capacidad de sentirse amado, es decir, la capacidad de hacer que los otros nos amen, si es resultado del chantaje y no de la gratuidad más radical, se convierte en manipulación, en obligación, en extorsión sentimental. El día que lleguemos a provocar el amor de otros para ponerlo de nuestra parte con la ayuda de remedios de sabotaje, entonces, ese día será maldito porque habremos envenenado de muerte al amor.

Los filtros embrujados más potencian la imaginación que dan salud a los miembros engatillados. Con los crecepelos ocurre otro tanto de lo mismo. Por eso siempre estuvo este remedio en manos de charlatanes y embaucadores de feria, para que los ingenuos tropezaran alguna vez con su destartalada credulidad. El peor de los engatillamientos es aquel que afecta al cerebro y nos deja inservibles para ir de la mano del sentido común.

Que los seres humanos somos química me resisto a creerlo. Ahora bien, que los elementos químicos realicen en nuestro organismo funciones imprescindibles, es indudable. La violencia, las tendencias sexuales, la sexualidad, el amor, los celos, la felicidad, las depresiones, etc., suelen ser campos de investigación propicios para un tipo de conclusiones de tipo reductivista, como si los humanos no tuviéramos que ver con otra cuestión más que con las disfunciones químicas. No dudo que se dan casos que se solucionan a base de recetas, pero son muchos los que se solventan añadiéndole muestras de cariño.

A la química en el organismo humano no le negamos su función neurotransmisora, pero si el amor ha de tener algún sabor creo que será el de la gratuidad.

2 comentarios:

esperanza martinez peniza dijo...

Para mí sí tiene que ver mucho la química en el amor.Lo digo convencida
quizás desde mi propia esperiencia,a-
cabas de conocer a una persona y e-
siste una conexión,te dá buenas vi-
braciones,sabes desde el primer mo-
mento que hay algo que te atrapa,eso
a mí me ha pasado,no solo en el amor,
también en las relaciones personales.
Para mí el amor es entrega,en el amor
hay que arriesgar.El amor nos examina
constantemente,nos pone a prueba .
El amor es comprensión,saber poner-
nos en el lugar del otro,es perdo-
ar y cuando pasa todo ésto es cuan-
do se pone a prueba el amor,se en-
grandece,madura y sientes una feli-
dad enorme.

esperanza martinez peniza dijo...

Para mí sí tiene que ver mucho la química en el amor.Lo digo convencida
quizás desde mi propia esperiencia,a-
cabas de conocer a una persona y e-
siste una conexión,te dá buenas vi-
braciones,sabes desde el primer mo-
mento que hay algo que te atrapa,eso
a mí me ha pasado,no solo en el amor,
también en las relaciones personales.
Para mí el amor es entrega,en el amor
hay que arriesgar.El amor nos examina
constantemente,nos pone a prueba .
El amor es comprensión,saber poner-
nos en el lugar del otro,es perdo-
ar y cuando pasa todo ésto es cuan-
do se pone a prueba el amor,se en-
grandece,madura y sientes una feli-
dad enorme.