miércoles, 6 de febrero de 2008

MICROENSAYO: ESCUELA Y ASIGNATURA DE RELIGIÓN

LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN
(Por JOSÉ MANUEL CASTRO CAVERO. Publicado en el Canarias7 el martes 19-septiembre-1995)


Nos basta con un mínimo de intolerancia, seamos o no creyentes, para convertir la religión en una fuerza maldita, en alimento de odios y guerras; pero nos hacen falta dosis de sabiduría para comprenderla. Al fanatismo religioso le corresponde, en línea con su repugnante intolerancia, el fundamentalismo laicista, bastante menos recordado pero no por ello inexistente.

Con la asignatura de religión el ministerio de Educación y Ciencia se viene comportando desde 1982 con arrogancia, cuando menos de modo intolerante y con el marchamo del más rancio anticlericalismo decimonónico. Mi análisis precisa un contundente razonamiento, al menos, para que como crítico no me acusen de hacer uso de posturas tan intolerantes como las que trato de denunciar.

Una interpretación que haga caso omiso del contexto de lo que investiga resulta caprichosa, sin valor alguno. La asignatura de religión se inscribe dentro de la calamitosa consideración intelectual y académica que el hecho religioso ha tenido y tiene en España: la Universidad pública española carece de facultades de teología u otros estudios reglados desde hace ciento cincuenta años. Como consecuencia de tal desvarío hoy vemos cómo la palabra de un filósofo o historiador se considera objetiva cuando aborda cuestiones religiosas, aun sabiendo que en su carrera el hecho religioso no existe ni por asomo en sus planes de estudio. Del teólogo se pensará lo peor, se sospechará en exceso, no se le dará ningún valor ni estima a sus muchos años de estudio e investigación.

Podíamos concluir que nuestra ignorancia en cultura religiosa es pasmosa. No ha de extrañarnos que el profesorado que imparte las materias de Arte, Filosofía, Música, Historia o Literatura, desde los niveles de enseñanza elemental o la Universidad, dé a conocer bloqueos conceptuales en el alumnado. Sin cultura religiosa el entorpecimiento en el desarrollo cognoscitivo es innegable, a menos que se sea un sectario. Una visita a un museo cualquiera, el estudio de nuestra identidad, la investigación acerca de la sociedad y las personas, sin una mínima y elemental cultura religiosa son tareas imposibles.

El modo hispánico de relacionarse con la religión alguien dijo que era de dos maneras, o delante como en las procesiones, o detrás como en las persecuciones. Sin duda que es una sentencia simplista, pero que revela el carácter extremo que con la religión hemos mantenido los españoles. Basta con citar algunos hechos históricos que van de la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos a la persecución, de ser un español el fundador de los jesuitas a expulsarlos y suprimirlos de todo el país, de una Guerra Civil que también fue religiosa, a ser nacionalcatólicos y más tarde una sociedad secularizada, etc ... Nuestra intempestividad latina así como es motivo de orgullo para algunas hazañas, en otras ocasiones nos ha arrastrado hacia lo más deleznable. Por los días de la desamortización de Mendizábal, los salmantinos entraron a saco en el colegio de la Compañía de Jesús y arrasaron con la biblioteca. En el patio interior formaron una pira con los libros, algunos auténticas obras de arte, y no se les ocurrió otra venganza que prenderles fuego.

Aunque nada más sea para que la intolerancia no triunfe nunca jamás, ni de parte del fanatismo religioso, ni de parte del fanatismo laicista, yo seguiré apoyando una asignatura de religión en las escuelas. Conozco la programación que se está impartiendo al alumnado que elige, no sin cierto heroísmo, la asignatura de religión, en ella cabe la cultura, la ética, la historia, la explicación de la experiencia religiosa, y me resulta imposible que tenga cabida el fundamentalismo, el proselitismo o el adoctrinamiento. En nuestra sociedad, por otra parte, el Estado tiene la obligación de no dejar desamparada a la ciudadanía ante el desarme existencial y racional, tan impunemente aprovechado por las sectas y otros manipuladores espirituales o ideológicos.

Hay quien trata de deslegitimar la clase de religión con falsas razones, o lo que es peor, sin conocer absolutamente nada de lo que escribe o habla. Esta impostura mental de confundir sueños propios con realidades, lo mío con lo de todos, es propia de fanáticos, de gentes nada dadas para el diálogo, de pedantes inconfesos. El pasado de esta asignatura no es mejor ni peor que las demás, si tenemos en cuenta el sistema educativo que imperaba, el mismo que recomendaba el tortazo, la memorización, la separación por aulas entre alumnas y alumnos y una visión gloriosa de España. Después de algunas décadas la asignatura de religión resulta desconocida, se puede afirmar sin ningún tipo de duda que no se parece para nada a la que conocimos y soportamos. Hoy es una asignatura opcional, con su correspondiente programación a la vista de quien lo demande, con un profesorado, en Canarias, joven y cualificado.

Me falta mirar más allá de nuestras fronteras, a los países que forman la Unión Europea. En ninguno falta la asignatura de religión, eso sí, en mejores condiciones para el alumnado y para el profesorado que entre nosotros. ¿Será cuestión de intolerancia laicista, de anticlericalismo trasnochado, las medidas que viene tomando el ministerio de Educación para con esta asignatura? ¿De qué otra manera se puede comprender la equivalencia de una asignatura con el juego del parchís?.

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