miércoles, 6 de febrero de 2008

MICROENSAYO: ESCUELA. UNA CLASE CON CANCIONES

EL CLUB DEL POETA MUERTO

(Por JOSÉ MANUEL CASTRO CAVERO. Publicado en el Canarias7 el domingo 8 de febrero 1998)

La actividad era lo más sencilla que se pudiera imaginar, para introducirnos en el estudio de un tema complejo donde los haya, "El sentido de la vida". Como profesor me siento afortunado al poder plantear abiertamente estos derroteros a un alumnado camino de desprenderse de la adolescencia y entrar en la juventud. A ellos les debo una parte importante de mi ser/estar-en-el-mundo, o lo que es lo mismo, conocer la "movida" actual, en qué demonios piensan las generaciones más tiernas, qué les preocupa, cuáles son sus intereses, qué objetivos tienen, a qué sentidos de la vida se enganchan, qué es la pos(t)modernidad, ...

En la clase del día siguiente se expuso una primera selección de canciones relacionadas con el tema general. Pronto surgió el problema de los límites, ¿es que todo tiene que ver con el sentido de la vida?. Como en estas cuestiones no existe peligro de desbordamiento, ni de sobredosis, le sugerí que como la vida-da-que-pensar, podíamos aceptar propio del tema todo aquello que preocupa profundamente al ser humano.

Droga, SIDA, el amor, la vida, racismo, inmigrantes, la guerra, la libertad, la pobreza ... a la vez que las canciones se deslizó, por ventura, un poema de Ungaretti. ¡Ay!, ahora me doy cuenta, se me había olvidado indicarles para su actividad de rastreadores del ´sentido de la vida´ la visita obligada a los poetas. La poesía la había desestimado como pozo de sabiduría para esta generación novísima, fruta pasada de las peores secuelas de la posmodernidad. Deduje, equivocadamente, que su canon estético se hallaría plegado a la imitación filial de sus progenitores; sí, que los poetas dejaron hace mucho de estar vivos y hoy son un club de muertos.

¿Qué más quisiera yo, que lo que he visto con mis ojos asaltara todas las aulas del mundo?. ¡Babel y Pentecostés a un mismo tiempo!.
-"¿Cómo se titula la letra de la canción que nos vas a leer?", pregunté a una alumna situada al fondo.
-"No; yo lo que hice fue escoger de varias canciones la parte que más tiene que ver con el tema que usted nos ha propuesto".
-"Bien, bien, no hay ningún problema", le respondí.

La alumna comenzó a leer a media voz. En el aula reinaba el recurso espontáneo de charlar con quien se sienta al lado. Hago una llamada al orden, con enfado, e invoco el sagrado respeto a escuchar a la persona que ha tomado el uso de la palabra. Se hace un silencio de circunstancias. La alumna, a una indicación que le hago, vuelve a iniciar la lectura de los textos desde el principio.

-"La gente es extraña cuando eres un desconocido,/ las caras te amenazan cuando estás solo,/ las mujeres parecen malvadas cuando no te desean,/ las calles son siniestras cuando estás deprimido...cuando eres un desconocido,/ nadie recuerda tu nombre" (de ´People are strange´).

"Violento instante / y el primer animal es arrojado por la borda, / agitando violentamente sus patas / rígido su fresco galope, / y las cabezas se levantan / equilibrio / frágil / silencio / consentimiento / en muda agonía nasal / cuidadosamente purificados / completamente aislados " ( de ´Horse latitudes´).

"Sueles pararte a susurrar en la orilla del sábado, / que todo el mundo es un salvador, / ¿Quién podría nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, / pedir más?" (de ´Shaman´s Blues´).

Finalizó su lectura e intervine para preguntarle: -"¿Quién canta esas letras?". El silencio se hizo en la clase. Acababa de salir a la palestra el nombre mítico de Jim Morrison y The Doors. Oí, sobrevolando el murmullo, que eran "canciones nihilistas". De pronto levantó la mano un alumno. Quería leer más letras de Jim Morrison y The Doors. Apareció en las manos con un libro que parecía ser todo un sacramento: ajado, las pastas sueltas, la figura de la portada con el rostro bordeado a cuchilladas, varias páginas despegadas, manoseado, con la huella de restregar el dedo pulgar por el mismo sitio del canto, subrayado, usado y abusado, muy leído ...

"Esto es el fin, hermoso amigo, / esto es el fin, mi único amigo,/ el fin de nuestros elaborados planes, /el fin de todo lo que se mantiene, / el fin./ Ni salvación ni sorpresa, / el fin, / nunca volveré a mirarte a los ojos" ( de ´The End´).

La rueda parecía haber comenzado a rodar. El libro pasó de mano en mano hasta otro alumno dispuesto a leer su, digámoslo, texto sagrado: "La raza humana se extinguía,/ ya nadie gritaba y chillaba. /Gente caminando por la luna, / la contaminación os alcanzará pronto.

Todo el mundo esperaba, /colgándose y agarrándose, /sujetándose y sosteniéndose firme, / confiando en que nuestro pequeño mundo resista.
Por ahí viene Míster Goodtrips, / buscando un nuevo barco.

Venga amigos, será mejor que subáis a bordo,/ venga chica, ahora nos vamos a casa.../ Barco de locos, /barco de locos..." ( de ´Ship of fools´).

Me estremecí más por lo que presenciaba que por el contenido de los textos. Estos quedaban para analizar en otra ocasión. Afortunadamente veía volar un libro en el aula, acariciarlo con ternura juvenil, no como un objeto extraño, pelma, desconocido,... obligado. El mismo ritual: le recomponían las páginas, lo cuadraban, y como pateando por un terreno frecuentado, rastreaban por las páginas hasta dar con los ojos en el texto preferido.

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