miércoles, 6 de febrero de 2008

MICROENSAYO: ÁNGELES

LA MODA DE LOS ÁNGELES

(Por JOSÉ MANUEL CASTRO CAVERO. Publicado en el Canarias7 el domingo 14 de enero de 1996)

Una vuelta por las librerías o un vistazo sobre algunos catálogos de las editoriales más renombradas, me descubre los gustos de los lectores, las tendencias literarias más de moda en la sociedad. Esta es una cuestión que no me pasa desapercibida. Soy consciente de mi ingenuidad y sé que el éxito editorial lo avalan otros poderes menos literarios y artísticos. Los buenos libros, los excelentes, muy a menudo permanecen olvidados en los anaqueles más polvorientos y oscuros del local, donde duermen el sueño de los justos.

Entiendo que las estanterías y los expositores mejor ubicados de cara al comercio se reservan para los títulos más solicitados. Son publicaciones que se sustraen a su emplazamiento fijo y habitual, a una colocación por materias o por autores. Los libros más vendidos ocupan lugares de dignidad especial, pasan a ser colocados en su Olimpo: a la vista de toda la clientela.

Basta con pasear por las inmediaciones del establecimiento para descubrir la moda libreril. En los escaparates tan recolocados se dejan ver, como reclamo, los éxitos de ventas. Para quienes nos atrevemos a entrar, dispuestos a dejar el tiempo suspendido mientras ponemos las manos y los ojos en los libros, tampoco torcemos la mirada a esos libros puestos para entrar por la vista, aunque vayamos con la idea fija de tal o cual obra.

Cuando voy a una librería, me encamino hacia ella con gusto, las horas entre los libros se me escapan como un rodar diferente. No siempre salgo con algo en la manos, pero espero regresar por si ha dado la imprenta una novedad que no me podía imaginar. Necesito las librerías con una necesidad festiva, alegre, la librería digo en público que es mi amante.

Quiero entender que los lectores que convierten en favoritos esos títulos tan anunciados se debe a una razón más profunda que la de ser bien vendidos. A mi modo de ver confluye para esta cuestión, de una parte, la más prosaica, tanto la técnica publicitaria, como el lanzamiento editorial, su distribución y acercamiento al público; de otra parte, la más creativa, la calidad literaria y la riqueza de los contenidos amasados por el autor; y ya por último viene la demanda y búsqueda de los lectores. El lector es un argonauta, un buscador de vellocinos enigmáticos. A veces ocurre esta triple coincidencia de intereses y se nota entonces que la moda del libro es menos libresca y más intemporal. En las últimas visitas a las librerías me ha llamado la atención el aumento de las publicaciones sobre un tema que estimaba marginado: los ángeles.

Si me permiten imaginarme la librería como una pasarela de modelos, pues de moda estamos tratando, les diré que el desfile ha comenzado: Lucy ASPRA, Diario angelical, Barcelona 1995; Luis U. CORTÉS, Ángeles, arcángeles, serafines y querubines, Barcelona 1995; Hania CZAJKOWSKI, Cuidando a los ángeles, Málaga 1995; Paola GIOVETTI, Ángeles, Barcelona 1995; M. GODWIN, Ángeles, Barcelona 1991 y Madrid 1995; K. GOLDMAND, Tú y tu ángel, Barcelona 1995; H. HARK, De la mano de los ángeles ,Vergara, Buenos Aires 1995; Fietta JARQUE y Rosa RIVAS, Entrevista con los ángeles, Madrid 1995; J. LAWSON y Fabiola ROCHE, El libro de los ángeles, Madrid 1995 (5ª edc.); A. MESQUITA, Ángeles, ¿existen?, Buenos Aires 1995; H.C. MOOLENBURGH, Nuestros ángeles, Barcelona 1994; A. URIBE JARAMILLO, Nuestros amigos, los ángeles, Buenos Aires 1995; Ester VILAR, La educación de los ángeles, Barcelona 1995. Para darle más prestancia al festival podíamos recurrir todavía a otros autores que también han tratado el tema angelical: C.G. JUNG, Pierre JOVANOVIC, Alma DANIEL y David CONNOLLY, Stuart SCHNEIDERMAN, sin precindir de Gustav DAVIDSON, cuyo Dictionary of Angels amplía la bibliografía hasta límites insuperables a la vez que se presenta como el compendio más extenso del saber angélico (M. GODWIN).

De todos los nombres no reconozco a ningún teólogo o filósofo reconocidos por su labor de investigación en cualquiera de las universidades europeas o americanas. Y si de este tema no escriben los entendidos en la Teología, ¿quiénes pueden escribir más allá del talento? La picaresca espiritual es un recurso simple de poner en venta y da, según manifiestan los recaudadores de las sectas, unos beneficios asombrosos. Mi sospecha no logro serenarla, porque no dejo de pensar que estamos en la época de Batman, de Superman, de los ovnis, de los extraterrestres. Parece que los cromos de los superhéroes se han agotado y es necesario sacar nuevas imágenes al mercado. Jugar de esta manera tan burda con los ángeles a mí me parece una profanación. De los ángeles no se puede hablar de cualquier manera, la moda no puede vestirle bien a los ángeles.

Más allá de los escritores y las editoriales me sorprenden los lectores. ¿Qué les preocupa hoy a la gente que acude a esta literatura? Es una señal que trato de descifrar. En mi opinión el rumor de ángeles que se escucha, y que se vende, me resulta desconcertante. ¿Es la búsqueda de los superhéroes? Si esto es así, ¿qué males se adivinan en nuestro mundo para que los seres humanos se den por vencidos y abdiquen de su capacidad creativa?, ¿qué pesimismo nos envuelve y nos derrota?.

Si de los ángeles se escribiera tomando del alma humana la medida para comprenderlos (DUNS SCOTO), si de los ángeles se narrara que mantienen la esperanza en la humanidad hasta creer que los seres humanos podemos saltar desde un campanario hasta una estrella (R. CHAR)... Si de los humanos se contara que llevamos "un ángel dentro, donde ahonda/ nido vacío de esperanza" (G. DIEGO), si se llegara a sentir que cualquier ángel es "fieramente humano" y que cualquier ser humano un "ángel con grandes alas de cadenas" (BLAS de OTERO)... Si de los ángeles no se dijera que vienen a sustituirnos, a atarnos las manos, la curiosidad no me permitiría acomodarme en la indiferencia; sufriría una angustia casi unamuniana.

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