miércoles, 6 de febrero de 2008

MICROENSAYO: EUTANASIA

LOS DILEMAS DE LA EUTANASIA

(Por JOSÉ MANUEL CASTRO CAVERO. Publicado en el Canarias7 el domingo 15 de marzo de 1998)

El conjunto, no tan variado en el fondo, de artículos publicados en la prensa a raíz del suicidio de Ramón Sampedro, nos permite analizar el estado de la cuestión en nuestra sociedad. Otro indicador que nos muestra la relevancia del tema es que basta mencionarlo para que nos aprestemos a opinar a diestra y siniestra. La eutanasia se ha convertido en una nueva Torre de Babel, cuando no, en una jaula de grillos.

Detrás de la cuestión o dilema de la eutanasia se esconde, a primera vista, la confusión. ¿Qué entendemos por esta palabra?. Sospecho que se ha producido una saturación de su significado. Una palabra obligada a acoger contenidos específicos de otras, resistirá en su propio campo significativo muy poco tiempo la intromisión, y desenmascarará la trama de quienes urdieron la manipulación intelectual y linguística.

Con el sorbo de cianuro del malogrado Ramón Sampedro, con su muerte tenazmente deseada y buscada, la eutanasia no tiene absolutamente nada que ver. Para designar tal acción existe una palabra precisa: ´suicidio´.

Si de lo que se quiere tratar es de la eutanasia, pero se coge el rábano por las hojas, y es una mera oportunidad para entablar la polémica, habrá que decir que así, con este viraje comunicador, a la eutanasia se le hace un flaco servicio. No obstante, se consiguen excelentes resultados con la estrategia infantil (sin matiz peyorativo) de llorar para mamar, o dicho en frase de Mcluhan: ´el medio es el m-a-s-a-j-e´. Repita usted sus ideas hasta la saciedad, hasta el aburrimiento, seguro que conseguirá seguidores, y si usted es el poder, logrará borrar de la cabeza de la gente toda idea contraria.

Un remedio antiguo, pero por lo visto menos habitual de lo que sería de desear, es el de acudir a los Diccionarios, para resolver las dudas. Abriendo el tomo I de la última edición (21ª) de nuestro DRAE (Madrid 1992), dando con la voz ´EUTANASIA´, se lee que es un vocablo de origen griego, etimológicamente significa ´buena muerte´, de género femenino, y que tiene dos acepciones. La primera es de naturaleza médica: ´Muerte sin sufrimiento físico´; y la segunda: ´Acortamiento voluntario de la vida de quien sufre una enfermedad incurable, para poner fin a sus sufrimientos´.

Para seguir con el juego de rastrear por el Diccionario, me he ido a ver lo que significa ´SUICIDIO´, y me encuentro con que su etimología es de origen latino, que se trata de un vocablo compuesto de dos palabras, sí mismo y matar; su género es el masculino; contiene dos significados, uno relativo a la ´acción y efecto de suicidarse´, y el otro propiamente figurado: ´acción o conducta que perjudica o puede perjudicar a la persona que lo realiza´.

Ya sé que el Diccionario no lo dice todo, que se queda desfasado constantemente, porque es el símbolo del infinito, la piedra rodante de Sísifo cumbre abajo, el viaje sin retorno. Considero indiscutible que de saber con precisión de qué hablamos, usando las palabras pertinentes, muchas confusiones se disiparían, como los fantasmas al darles la luz en la cara.

Sé, por otro lado, que la eutanasia contiene semillas de dilema moral, preguntas que son últimas, preocupantes, inaccesibles para la voluntad y las miles de páginas de todos los diccionarios y enciclopedias humanas. De todos modos siempre será una alegría inmensa cuando das en descubrir la venta de un gato por una liebre. Para hablar de la eutanasia nos sobra la historia del bueno de Ramón Sampedro, lo suyo era otro problema.

Me he referido antes al conjunto de artículos publicados en prensa desde el pasado 12 de enero, fecha del suicidio de Ramón, en Boiro (A Coruña). Los hay de toda clase y condición. Todos escritos por personajes relevantes: una profesora de ética, algún que otro catedrático de filosofía, pensadores, ensayistas, bioéticos, periodistas... Textos con desigual fortuna en la exposición, desde el que exuda mesura, al que desprende olor atrabiliario. De unos diez que he tenido la oportunidad de leer, dos se decantan abiertamente por el rechazo a la eutanasia, mientras que los ocho restantes, además de aprobarla, argumentan contra quienes piensan lo contrario e intentan desmontar las razones opuestas.

He leído hasta lo que no me esperaba, de la mano de una experta en ética utilitarista: "que la eutanasia es el derecho fundamental por excelencia". Puestos a nombrar ´derechos y deberes´ ya se ha devaluado tanto la catalogación que no sabemos por donde comenzar. Así andamos en este Occidente Enriquecido, indigestos de ideas y desorientados.

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